domingo, 16 de enero de 2011

Articulo que contiene elementos de Homenaje al Viejo Maestro:

El Sectarismo


Una cosa que se aprende al acercarse al Espíritu Supremo es lo banal del sectarismo. Quienes creen tener razón y privilegios optan por el sectarismo. Esto porque en un principio toda religión o poder humano nacía formando una poblada, un grupo; y una forma de mantener la cohesión del rebaño era apelar al sectarismo.

La verdadera inspiración divina del accionar humano es altruista y libre del sectarismo. Para llegar al Espíritu Supremo debemos comparecer a la morada celestial sin pretensiones ni prejuicios. Solo entonces podremos ser útiles.

Mientras más negativo es el ser humano, más sectario; mientras más elevado, no tiene fronteras. Una mente abierta se proyecta al Universo. Un sectario pretende controlar al Universo.

No creo que exista ningún pacto, no creo en el mesías, ni en los salvadores. Hay una Tierra, un Cielo, un Universo. El ser humano es una criatura pensante que debe tomar conciencia del mundo interactivo de la naturaleza. El ser humano en bruto es un sectario, cuando evoluciona a la sabiduría se convierte en el cuarto poder. El sabio interactúa con las fuerzas del cosmos, galvaniza fuerzas. Pero al igual que el Tao de Lao Tse, no hace de señor y dueño, renuncia al mérito, borra los pasos.

Refiere el Maestro que los gobernantes inferiores serán amados u odiados. Quien bien conduce a los hombres se mantiene detrás, valora la no acción, interviene lo menos posible, armoniza las fuerzas en conflicto, borra las huellas.

Para el hombre común las pobladas, los partidos políticos, las naciones, las religiones, son su medio de engrandecimiento. Para el hombre sabio son una carga, un yugo que hay que llevar para atemperar el dolor y hacer menos dura la vida.

Las religiones occidentales son sectarias, y eso es un error que nos está llevando al Apocalipsis. Y al decir religiones occidentales junto el judaísmo, cristianismo e islam.

Felizmente occidente ha evolucionado a la libertad de cultos, la tolerancia y el pluralismo. Tal vez el simple respeto a la individualidad y al derecho de disentir sería suficiente. Pero para que estos valores eviten el Apocalipsis debemos renunciar al sectarismo.

Para renunciar al sectarismo debemos reconocer nuestra animalidad, nuestra fragilidad frente al Universo, la existencia de diversidad e interrelación entre los seres que pueblan la Tierra, a que somos falibles y poco conocemos. Saber reconocer que haciendo el vacio, no causando mal a nadie, buscando la justicia y cumpliendo primeramente nuestras obligaciones sin pedir nada a cambio, abriremos la puerta de la sabiduría que es lo contrario al sectarismo. Debemos comprender que hay un Espíritu Supremo que se encarga de las cosas del Universo, y que aproximándonos a Él tendremos cobijo y protección. El ser humano debe entender al Espíritu Supremo y seguir su pulso, y no desfallecer ni intentar suplantarlo, solo seguirlo. El sino del Tao, del Espíritu Supremo es la equidad, el equilibrio, la armonía, a eso debemos aspirar y ayudar a los esfuerzos del Espíritu Supremo en esta instancia material.

El Espíritu Supremo es como el mar, recibe todos los afluentes. El Espíritu Supremo no conoce de formulas ni de pergaminos, solo ve el fondo del alma. El Espíritu Supremo no conoce de cofradías ni de cuestiones sectarias, solo ve el punto de equilibrio y la supremacía de la justicia.

Los sectarios llegan lejos pero nunca conquistan el mundo, porque el mundo es un vaso sagrado que está constituido por los diez mil seres. No se puede abarcarlo suprimiendo a sus elementos, porque transmuta y se subdivide.

Solo el sabio puede entender al Espíritu Supremo, y esta visión es ajena al sectarismo aun que en algún momento se apoye a tal o cual grupo. El objetivo del sabio es alcanzar la armonía, y eso significa mantener el orden en la diversidad, dar un lugar a cada ser del Universo, y evitar los excesos.


Reflexiòn:

Ha llegado un momento en que las personas pensantes deben abordar la cuestión que la raza humana está destruyendo la Tierra. Políticas demográficas y leyes que limiten la natalidad irresponsable deben emitirse.

Se debe dejar de satanizar el sexo no procreativo, los métodos anticonceptivos deben fomentarse masivamente, y si la religión no puede ofrecer otra opción al menos guardar silencia sería conveniente.

La humanidad ya ha sufrido el exceso poblacional. Los antiguos lidiaron con este asunto mediante las guerras, las revoluciones, la delincuencia, los sacrificios humanos, e inclusive en épocas terribles el canibalismo.

La humanidad no puede pedir al Espíritu Supremo que ensanche el globo y eclosiones más continentes, debe limitar su crecimiento.

La historia está plagada de guerras, revoluciones, eclosión de la delincuencia, y ante esto ¿cuál ha sido la respuesta neta de la naturaleza? : La muerte. Baños de sangre, sacrificios humanos, donde los autos de fe de la inquisición se inscriben en este contexto.

Hubo sociedades caníbales como los mayas y los aztecas.

Si no queremos que vuelvan los dioses sanguinarios, menester es abordar con seriedad el crecimiento indiscriminado de la población.

En todo caso no desfallezcamos, ya el Tao se mueve y si no lo observamos tal vez las cosas se acomoden de manera dramática.